La duda entre alquilar o comprar casa es una de las principales dudas que una persona se plantea cuando está dispuesta a emanciparse. Aunque, en grandes ciudades como Madrid, el mercado del alquiler ha aumentado considerablemente, la razón principal de este aumento no son las facilidades que plantea el hecho de alquilar, sino que el problema se genera a la hora de querer comprar una vivienda. Adquirir una vivienda, muchas veces se descarta automáticamente por culpa del alto coste inicial que supone una hipoteca o también, por la temporalidad de los trabajadores (jóvenes en su mayoría), que no consiguen ver una estabilidad prolongada como para ligarse a semejante financiación.
Si enfocamos la relación entre el trabajo y la vivienda, fue objeto de estudio del Banco de España entre 2007 y 2016. En el informe se destacó, cómo la temporalidad de un contrato provoca una disminución del gasto en los trabajadores, en concreto un 8% menos durante los dos trimestres previos a la conversión a un contrato fijo. En esta situación de incertidumbre se produce el ahorro por precaución, con la finalidad de mantener un mayor nivel de riqueza ante la posibilidad de que esta caiga. En el caso de conseguir finalmente esa conversión, el gasto de los trabajadores aumenta un 23% incluyendo los tres meses siguientes a conseguir el contrato fijo. De esta manera, la institución subraya que, si aumenta el riesgo de pérdida de empleo, los hogares optan por reducir el consumo, aumentando de nuevo si el riesgo disminuye.
Una reciente investigación de CaixaBank Research estima que aproximadamente el 49% de las personas que residen con un régimen de alquiler, poseen unos niveles de ingresos suficientes para poder adquirir una casa. En cambio, de ese porcentaje, afirman que solo un 13% cuenta con los ahorros necesarios para conseguir realizar el desembolso inicial.
Es interesante resaltar, según los datos ofrecidos por Eurostat, solamente el 3,7% de los hogares que poseen una hipoteca, gasta una cantidad superior al 40% de la renta disponible, contrastando con casi el 40% de los inquilinos que superan eses 40% de gasto mensual en únicamente el pago del alquiler. Esto se traduce en familias con capacidad para comprar una casa, pero sin capacidad para hacer frente a los gastos añadidos a la entrada.
Por esta razón existen indicadores de accesibilidad a la vivienda, que miden la evolución del precio del inmueble junto con la renta de las personas físicas. Aunque la renta de una persona refleja la posibilidad de comprar una vivienda, muchas veces es la capacidad de guardar parte de esos ingresos, la determinante para conseguir adquirir una vivienda. Desde 2008, el ahorro se ha convertido en algo importante en la economía doméstica, y con la llegada de la pandemia, aún más, marcando la diferencia de poder asumir el desembolso inicial de entre un 10 o un 15% del total de la vivienda. En cambio, son cada vez más las personas vuelven a plantearse alquilar o comprar casa, vista la favorable evolución de la pandemia, que permite volver a plantear cuestiones interesantes, pensando más a largo plazo.